"Tener hijos no lo convierte a uno
en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista"
Michael
Levine (1954), escritor estadounidense
Hoy celebramos el Día del Padre, circunstancia que me
ha hecho reflexionar sobre la figura paterna.
El
gran ausente
"El mejor legado de un padre a sus
hijos es un poco de su tiempo cada día"
León Battista Alberti (1404-1472),
arquitecto y escritor italiano
Al
escribir este artículo, me he dado
cuenta que el padre es el punto débil
del clan familiar, porque a lo largo de la historia del hogar el padre por su
trabajo generalmente es el gran ausente. Mi padre era Jefe de Ventas de una
importante empresa textil y viajaba por España durante cuatro meses al año, dos
meses por semestre. En mi caso, recuerdo que por mi trabajo, llegaba muy tarde al hogar.
Recuerdo una historia que leí, y que en su día me impactó mucho:
- Papá papá - pregunta un
hijo a su padre - ¿cuánto ganas en una hora en tu trabajo?
- El padre le contesta: unos
60 euros por hora.
- El niño corre a su
dormitorio, coge su "cerdito" de barro, regresa al salón, lo estampa
contra el suelo, cuenta sus ahorros, son 45 euros, y le dice a su padre:
- Toma papá estos 45 euros,
y mañana vienes 45 minutos antes de tu trabajo y cenamos juntos.
Hay
otras ausencias del padre más graves, y
esto me consuela, por ejemplo, en los Estados Unidos el 24% de los niños
menores de dieciocho años viven solo con la madre. Por otra parte en los
hogares que está presente el padre, éste pasa con los hijos un tercio del tiempo del
que dedica la madre.
"Por severo que sea un
padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su
padre"
Enrique
Jardiel Poncela (1901-1952), escritor español
Es
el caso de cuando la madre advierte a sus hijos, después de algunas travesuras, "cuando llegue vuestro padre, le contaré lo que habéis hecho para que os castigue"
Si
antes sutilmente he alabado a las madres, aquí les quito un poco de su
mérito como heroína del hogar, ya que se
equivocan en considerarnos a los padres los verdugos del clan familiar, todo lo
contrario, lo que más les apetece al llegar a casa es la paz, sobre todo a la
generación de mi padre que hicieron la guerra civil.
"No
puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad
de la protección de un padre"
Sigmund Freud (1856-1939),
el padre del psicoanálisis
Los padres con sus hijos son menos
habladores que las madres, porque los hombres somos más parcos de palabra que
las mujeres, incluso cuando queremos decir muchas cosas a nuestros hijos.
¡Cuán grande riqueza es, aun
entre los pobres, el ser hijo de buen padre!
Juan
Luís Vives (1492-1540), filósofo
"No es la carne y la
sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos"
Friedrich
Schiller (1759-1805), poeta alemán
He observado que la relación entre
padre e hijo es cada vez más favorable, que en el pasado, mientras que
las madres se van liberando de arcaicas reglas sociales, los padres concilian
cada vez más el trabajo con el hogar, dejan atrás la imagen severa, han
mejorado su comunicación, y en definitiva el papel de padre cada vez es más
adecuado con el tempo en que vivimos.
Hacía
pocos años que había terminado la guerra española y la cruz y la espada
reinaban sobre las ruinas de la República.
Uno
de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel, buscaba
trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos
le ponían mala cara, se encogían de hombros, le daban la espalda. Con nadie se
entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba.
Por
las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de
su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le
recitaba el catecismo.
Mucho
tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó.
Me
lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio.
Me
lo contó: él era un niño desesperado, que quería salvar a su padre de la
condenación eterna, pero el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
–Pero
papá –preguntó Josep, llorando–. Si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?
Y el
obrero, cabizbajo, casi en secreto, dijo:
–Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.
No hay escuelas para padres, pero creo que cada uno de nosotros como mínimo hemos querido ser un buen padre para nuestros hijos, la
tarea ha sido muy difícil, pero como mínimo lo hemos intentado, que más se nos puede pedir.
"Nuestra
muerte no es un fin si podemos vivir en nuestros hijos y en la generación más
joven. Porque ellos son nosotros; nuestros cuerpos son solo hojas marchitas en
el árbol de la vida"
Un día, sentados en un banco de un
paseo, mi padre con más de cien años me dijo: ¿No se qué hago en este
mundo? Pero no se ir al otro mundo, me tienen que venir a buscar.
1ª He mencionado que mi padre viajaba profesionalmente 4 meses al año, pero había omitido que viajaba en un coche de la empresa y con chofer, pues bien, a pesar de estar lejos de casa, jugaba al tenis casi a diario, antes de empezar a visitar las tiendas de sus clientes. En cada localidad tenía un entrenador, o un amigo, o un cliente para hacer un partido.
3ª Hay una portada de una novela
de Marcel Proust que me llamó la
atención, ya que es una foto donde el
propio autor toma la raqueta de tenis como si fuera una guitarra y da
una serenata a Simone de Caillavet, que posteriormente fue la señora
de André Maurois
Yo
también me hubiera gustado que la raqueta de mi padre, que tengo en mi
poder, sonara como una guitarra y con ella poderle
cantar una canción. Pero la realidad de la vida es muy dura, la raqueta no es
una guitarra, y yo no soy José Luís Perales, pero lo cierto es que nuestro padre a sus tres
hijos nos inculcó optimismo: "a
pesar de las guerras y de las desgracias,
la vida, vale la pena vivirla", al contrario de lo
que opina el padre del cantante: "Me
dice que la vida no vale nada"
Tiene el andar cansado y a sus espaldas
Sesenta y tantos años de esperanza
Tiene una casa
Verdugo de sus manos y sus espaldas
Cuando amanece el día, camina y canta
Buscando de la tierra en las entrañas
El pan caliente
Milagro que realiza cada mañana
Es aprendiz de todo, maestro en nada
Es poeta a su modo, le gusta el alba
Y entre sus manos, y entre sus manos
Florecen a escondidas algunas llagas
Tiene cansado el cuerpo, cansada el alma
Tiene un interrogante sobre su cara
Tiene un camino, tiene un camino
Le gusta ser amigo de sus amigos
Quiso cambiar su vida, dejar la aldea
Más no pasó de ser una quimera
Una quimera
Que se quedó dormida entre la tierra
Tiene cansado el cuerpo, cansada el alma
Luce sobre su pecho, camisa blanca
Con su mirada, con su mirada
Me dice que la vida no vale nada