“Hace
falta mucha locura para soportar tanta realidad”
Lewis Carrol
Hoy
es el Día Internacional de los Presos por la Paz, en reconocimiento de los
objetores de conciencia que se encuentran presos debido a por sus acciones contra la guerra y a favor
de la paz.
Hoy
día en el siglo XXI, hay voces en algunos estados europeos que opinan que debe
implantarse de nuevo el servicio militar obligatorio, como lo sufrimos en mi
generación, por ejemplo Alemania, y otros ya lo tienen como: Croacia, Austria,
Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Suiza, incluyendo a las mujeres.
España
abolió el servicio militar obligatorio
en el año 2001, y aunque parezca extraño en un gobierno de José María Aznar
y, os tengo que confesar que yo hice el servicio militar con anterioridad en
las milicias universitarias, y que alcancé la graduación de alférez de
artillería que era el primer escalafón
de “oficial” en el ejército español.
Uno de los primeros
objetores de la historia
Me
refiero al filósofo británico Bertrand
Russell (1872-1970), Premio Nobel de Literatura en el año 1950, que en el año 1916, en una carta en The Times, se declaró autor del panfleto
contra el servicio militar en los Estados Unidos. Por esta confesión fue
expulsado del cuadro de profesores del colegio que daba clases y, posteriormente se manifestó contra la
intervención de su país en la primera guerra mundial, por lo que le condenaron
a seis meses de prisión. En 1955 redactó un manifiesto en contra la amenaza de
una guerra atómica, apoyado entre otros
científicos por Albert Einstein, en donde apuntaba que en una confrontación
nuclear ambos bandos sufrirían de los efectos de la lluvia radiactiva.
Adiós a las armas
El
sugestivo título de este artículo, es de una novela del escritor y periodista
estadounidense Ernest Hemingway (1899-1961) que leí en mi juventud, que
relata a un conductor de ambulancias
americano que se enamora de una enfermera británica en el frente de la Primera
Guerra Mundial, y que abrumados por las
brutalidades de la guerra abandonan el ejército y huyen a Suiza. En este
momento su amada enfermera está embarazada. La novela finaliza con la trágica
muerte de ella en el momento del parto.
A
Ernest le fascinaba España, que empezó a
visitarla a partir del año 1923, las fiestas de San Fermín en Pamplona le
inspiró su novela “Fiesta” y actuó de corresponsal en nuestra Guerra Civil
simpatizando con la causa republicana inspirándole su novela “Por quién doblan
las campanas”.
A
mi me gustan sus novelas porque están escritas con una simplicidad de un cariz
periodístico, porque me cansa leer la prosa barroca del estilo de muchos
escritores. Hace un par de años leí una novela corta de este escritor, “El
viejo y el mar”, que por ella le dieron el Premio Pulitzer en el año 1953 y una
año más tarde recibió el Premio Nobel de literatura.
Ernest
Hemingway en octubre 1956, visitó al novelista español Pío Baroja, enfermo de
arteriosclerosis, en su domicilio de Madrid, admirador del escritor vasco, le obsequió con un
chaleco, unos calcetines, una botella de whisky y un ejemplar de su libro “Adiós
a las armas” con una dedicatoria: "A usted don Pío, que tanto nos
enseñó a los jóvenes que queríamos ser escritores". Además añadió:
“Usted don Pio, es merecedor del Premio Nobel antes que yo”.
A veces no
es bueno leer la biografía de una persona que la idealizas, este ha sido uno de
mis casos, él, que consiguió los premios más importantes que se dan en la
literatura, puso fin a su vida cinco años después de su visita a Pio Baroja en su lecho de
muerte. No se lo que le pudo pasar por el cerebro de Ernest para quitarse la
vida, no creo que le pesara tanto la influencia de Pio Baroja que en su obra
cumbre “El árbol de la ciencia” (1911), el protagonista el médico Andrés
Hurtado se suicida al final de la
novela.
Ernest se
disparó en la boca con su escopeta. El Premio Nobel que había acuñado el titulo
para su novela “Adiós a la armas”, no siguió este consejo en ningún momento de
su vida, ni le hizo caso a su idolatrado Pio Batoja:
“Aunque
tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en
las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanzas.”
Ernest
Hemingway sentado al aire libre limpiando su rifle Mannlicher (7 de octubre
1939), arma que utilizó por primera vez durante su cacería en África.
Notas:
1ª Finlandia es el país más feliz de Europa según
una encuesta del año 2024. a pesar de ello tiene una tasa muy alta de suicidios, 15,2 personas por 100.000
habitantes, que contradicción. En los Estados Unidos tuvieron una tasa de
suicidios de 16,1 personas por 100.000
habitantes y afortunadamente en España
el 7,7.
2ª Finlandia tienen refugios atómicos para toda su
población, y según hemos anunciado, sus jóvenes tienen que realizar el servicio
militar obligatorio, todo ello por el temor a una invasión de Rusia, y a pesar de lo lejos que están de mi eslogan
“Adiós a las armas” son felices, Algo falló en las estadística, a no ser que
los encuestados fueran emigrantes andaluces.

