lunes, 7 de julio de 2014

CRUCERO POR LOS FIORDOS NORUEGOS





El fiordo de Hellseylt
 


La entrada de mi blog del lunes pasado no la publiqué  por encontrarme de vacaciones en un crucero por los fiordos noruegos. 


Recuerdo, que una tarde estirado en una tumbona de la cubierta nº 10, mientras el crucero navegaba plácidamente por un fiordo Noruego, debo confesar que me quedé dormido y tuve un precioso sueño freudiano: 


“Un pasajero se cayó al mar y pedía auxilio de forma desgarradora.  En la cubierta había bastantes personas angustiadas por el trance, y parecían que ningunas de ellas estuvieran dispuestas a lanzarse al agua para auxiliarlo.  


De repente, Felipe se lanzó al mar sin coger ningún salvavidas de los  que estaban  colgados en la cubierta. 

Los miembros de la tripulación gritaron “hombre al agua”, el barco aminoró su velocidad y se paró totalmente. Una barca de salvamento descendió desde la cubierta hasta el mar, con unos marineros. Se  dirigieron hasta el accidentado y su héroe salvador y los rescataron del mar.

Una vez en cubierta, Felipe, recibió toda clase de elogios de los presentes. Una vez repuesto de su hazaña, dijo: 

- ¡Me gustaría saber quién me ha empujado!” 

Bueno, todos sabemos que quien le ha  empujado es Juan Carlos. Lo importante fue que una vez Felipe, fue empujado y se encontró en el mar, se dirigió a la ayuda del accidentado. 


Lo malo de España es que el pobre Felipe se encuentre con varios náufragos a la vez: el empobrecimiento de la población, la financiación ilegal  de los partidos, la corrupción generalizada, la politización del poder judicial, el derecho de decidir de  Catalunya, etcétera. 


¿A quién salva primero? La tarea no es fácil, y además, sólo cuenta con su poder moderador y no  ejecutor. Como consejo le puedo indicar que actúe como una navaja suiza multiuso y no lo haga como lo hacen la mayoría de sus gobernantes que le rodean, que actúan como una  navaja  albaceteña que sólo pincha y corta.






La cascada de Kjosfossen 



La naturaleza cura


Nos pasamos casi toda nuestra vida entre paredes o en la calle entre edificios, agravados por ciertos hábitos caseros sedentarios, TV, ordenador, videojuegos, whatsapp, etcétera, y por todo ello diagnostican los entendidos, que tenemos  déficit de naturaleza. Este, crea cada vez más, síndromes de atención e hiperactividad, depresión, ansiedad, obesidad, etcétera. Y es que todos nosotros tenemos una necesidad instintiva de conectar con la naturaleza.


Cuentan los entendidos que la mente se expande cuando contempla el horizonte desde lo alto  de una montaña o a pie plano, desde la costa,  en cambio, se contrae en espacios cerrados. Se han realizado estudios en diversos hospitales que demuestran que aquellas habitaciones con vistas a la naturaleza, aceleran la recuperación del paciente  Ya lo dijo  el filósofo Plotino de Alejandría (205-270 d.d.C) que afirmaba que: 


“la psique se convierte en aquello que contempla”


Notas:


Una investigación de la revista Science demostró como la ubicación en un  entorno de naturaleza de un hospital de Oregón en E.E.U.U, redujo el tiempo de recuperación  de cinco a dos días y ayudo a los pacientes que necesitaran menos medicamentos para el dolor, así que se redujo la  dosis de dos  y media a una. 


La foto que encabeza este aparatado es  del  autor de este blog y es  de la cascada de Kjosfossen, en que no sólo es espectacular su contemplación sino también por el beneficio para la salud por la ionización negativa de sus partículas de agua. Si queréis saber más sobre la ionización negativa acudid a la página 311 de mi novela empresarial colgada en este blog. 


La cascada es de 93  metros de altura y alimenta de energía eléctrica al tren de Flam que hace el  recorrido  hasta Myrdal (Noruega) y en  dónde hace un alto en el camino para poderla contemplarla.

En estos quince días he tenido mas  del doble de visitas que en una semana,  por lo que deduzco que mis lectores no tienen tanto tiempo como yo desearía,  por lo que he decido que a partir de ahora publicaré una entrada cada quince días.

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