lunes, 12 de diciembre de 2016

LOS RELOJES DE CARLOS V



"No es el ambiente en el que vivís el que os salva u os condena, sino el modo de vivir. Adán se perdió en el paraíso, y Lot se salvó en Sodoma"
Anónimo del siglo IV en Constantinopla

El pasado de 8 se celebró la Inmaculada Concepción de María, fiesta que surge de la creencia que Dios preservó a María que fuese concebida libre de pecado, a diferencia del resto de la humanidad que nacemos con el pecado original que fueron merecedores  Adán y Eva.

Como que la Iglesia Católica celebra el nacimiento de la Virgen el día 8 de septiembre, descuenta nueve meses por el periodo de maternidad para establecer el día 8 de diciembre en que la Virgen María fue concebida en el seno de su madre Ana.

El dogma 

El papa Pio IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854 y levantó un monumento delante de la Embajada de España en Roma, como homenaje al papel de los teólogos, pintores y reyes españoles en favor de declarar como doctrina de fe que María nunca llevó en su alma el pecado original, que se perdona con el bautismo.



Pincelada autobiográfica

En estos momentos me vienen a mi memoria ciertos recuerdos religiosos de mi infancia, por ejemplo, la imagen de grandes dimensiones de la Inmaculada en la escalera principal de mi colegio de los Jesuitas de Caspe, y las Aves María que rezábamos en el rosario cada tarde antes de salir del colegio: "Ave María, llena de gracia...", y la imagen de la misma en la estampa conmemorativa de mi primera comunión del pintor sevillano Murillo.

      
      
                                                                                                         Mi hermano mayor y yo,  en nuestra
                                                                                                         primera comunión  el 26--5-1946

Como veis,  en España eran otros tiempos, y otro ambiente, donde  imperaba la corriente religiosa.


 La reforma

La doctrina de la Inmaculada Concepción no fue aceptada entre otras cosas por las iglesias protestantes. Ellas están  en contra de todo lo dogmático y solo aceptan  lo que enseña  la biblia,  y argumentan entre otras cosas, que el  pastor de la Iglesia no es más que un maestro, por esto,  como todos los demás hombres pueden casarse.

El protestantismo, es decir, la  escisión de una parte de la Iglesia Católica,  la inició un fraile de la orden de los agustinos Martín Lutero en el año 1517.

El nieto de los Reyes Católicos, Carlos V (Carlos I de España), quiso resolver el problema y emplazó en el año 1521 a Lutero a Worms (Alemania) para que se retractase de sus postulados sin conseguirlo.

Carlos V en aquel entonces solo contaba con 21 años, y el territorio que gobernaba  era tan grande que se decía: "Que en su imperio no se ponía el sol". Y era verdad, cuando en Europa era de noche, en América era de día.


Los relojes de Carlos V y la globalización

Finalmente, Carlos V se hartó de su "imperio donde no se ponía el sol", y colocó a su hermano Fernando al trono de Austria y Alemania, y abdicó en su hijo Felipe II el reino de España y de los Países Bajos, y se retiró en el año 1556 al monasterio de San Jerónimo de Yuste.

En el monasterio se dedicó a reparar  relojes  de mesa. Su obsesión era que todos sonaran sus campanadas a la misma hora. Cosa que no logro nunca. Por lo que dijo: "Como me he atrevido a poner de acuerdo a todo el mundo en mi imperio, si no he podido que mis relojes tocaran a la misma hora".

Esta reflexión, sobre un acuerdo mayoritario,  se lo han hecho últimamente: los escoceses con su pretendida independencia, los ingleses con el Brexit, los españoles con los 320 días sin gobierno y la ruptura del PSOE,    y por último, los manifestantes estadounidenses que salieron a la calle con el grito " No es mi presidente", y a continuación vendrán otros ciudadanos de otros países, ya que todos los ciudadanos  están indignados por los políticos que les gobiernan  en este  mundo globalizado en que vivimos.

Notas (dos nuevas pinceladas autobiográficas):

1ª Cuando en mi adolescencia leí la novela "Los viajes de Gulliver" de Jonathan Swift de la biblioteca de mi abuelo Francisco, los liliputienses (los habitantes de Liliput) vieron a Gulliver consultar tantas veces a su reloj, que llegaron a la conclusión de que era  Dios, ya que parecía que tenía el control del tiempo.
El dibujo es bonito pero es erróneo, porque los liliputienses son
más pequeños de lo que escribió el autor de la novela, de que
"tenían una estatura que era una doceava parte de la de Gulliver".

2ª En la casa de mi abuelo Francisco,  había un reloj antiguo de pared que tocaba campanadas a cada media hora (las horas y las medias) y que semanalmente se tenía que dar cuerda. Mi hermano Jose Mª se encargaba de este menester ya que previamente se tenía que subir a una silla para acceder a los dos orificios de la esfera del reloj  para introducir en ellos una llave en forma de T para darle cuerda,  y esto no lo podía hacer  mi tía Isabel en sus últimos años, la única sobreviviente de la saga de mis ascendientes de la rama materna.  Fue  obvio, que al fallecer mi tía, mi hermano menor y yo se lo regalásemos.

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