"La música es para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo"
Platón
Acostumbro cada primero de año, ver por televisión el concierto del Año Nuevo desde Viena en pijama, debido a que la víspera me acuesto muy tarde (no me refiero a este año en concreto, si no a los anteriores).
Viendo este concierto, me ha traído a mi memoria gratos recuerdos: un crucero que hice por el Danubio con la visita y concierto en Viena, y la de mi músico referente Beethoven, que el año pasado cumplió su 250 aniversario de su nacimiento.
Este primero de año, el italiano Riccardo Muti tomó la batuta para dirigir el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que cumple su 81 edición en su tradicional ubicación de la Sala Grande o Sala Dorada de la Sociedad Musical, de la capital austríaca, que en esta ocasión por primera vez carecía de público debido a la maldita pandemia, así la platea y los palcos estaban vacios, con la excepción de las atentas figuras de las cariátides doradas que rodean toda la platea.
Hablar de este concierto es hablar de Johann Strauss padre e hijo.
Johann Strauss I (padre) (Viena, 1804-1849)
Fue el padre de una saga de músicos y compositores. Conocido particularmente por sus valses, que rivalizaron con los de Josef Lanner. Su obra más famosa es la "Marcha Radetzky" con que finaliza tradicionalmente el Concierto de Año Nuevo desde Viena, con las clásicas palmadas del público. Pieza que la compuso en 1848, para celebrar la victoria del octogenario mariscal de campo, tras la victoria contra Italia en la batalla de Custozza.
Strauss murió prematuramente, y el músico y crítico musical Héctor Berlioz dijo: "Viena sin Strauss es como Austria sin el Danubio"
Johann Strauss II (hijo) (Viena, 1825-1899)
Su padre se opuso con fuerza a su vocación por la música, pero el 15 de octubre de 1844, sin el consentimiento de su padre, actuó en el Casino Dommayer de Hietzibg con orquesta y composiciones propias, con un triunfo apoteósico, que el público le pidió repetir algunas piezas hasta diecinueve veces. El debut fue de tal éxito que la prensa escribió: "¡Buenas noches Lanner! ¡Buenas noches Johann Strauss padre! ¡Buenos días, Johann Strauss hijo!".
El nuevo baile, el vals, y sus fascinantes melodías, se popularizó en todo el mundo, y el más famoso es el que compuso con el nombre de "El Danubio azul o El bello Danubio Azul", y que cuya primera estrofa dice:
"Danubio tan azul, tan bello y azul,
a través del valle y el campo se desplaza hacia abajo aún,
Nuestra Viena te saluda, su cinta de plata,
une todas las tierras y la alegría del corazón
golpea la hermosa ribera".
Para poderse casar con su tercera esposa, Adele (1887), cambió de religión, de catolicismo al protestantismo, y se convirtió en ciudadano alemán.
Recuerdo que cuando yo aprendí a bailar en el Casino de La Roca del Vallés, donde veraneé algunos años de mi juventud, uno de mis bailes iniciáticos fue el vals. ¡Ah! casi se me olvida, que luego lo practiqué en la pista de baile del entoldado que montaba cada año el Ayuntamiento durante la fiesta mayor del pueblo.
EL CRUCERO POR EL DANUBIO
"La música es la mediadora entre el mundo espiritual y el de los sentidos"
Ludwig van Beethoven
El crucero
Recuerdo que en el año 2008 hicimos un crucero por el Danubio. No recuerdo el nombre de nuestra embarcación pero me consta que hay uno que se llama "Fidelio" como el nombre de la única ópera que compuso el protagonista de esta historia, Beethoven. La devoción de los austriacos por Ludwig van Beethoven (Bonn 1770, Viena 1827) es porque este compositor alemán, desarrolló su ámbito profesional en Austria hasta que falleció, y concretamente en su capital, Viena.
Una tarde, durante la travesía por el Danubio, tuve la satisfacción, al constatar que habían programado en la cubierta una sesión de música comentada sobre la 9ª Sinfonía de mi admirado Beethoven. Me senté en una tumbona de la cubierta de la embarcación para asistir a tal acontecimiento.
A pesar que el azul del Danubio deja mucho que desear, la belleza que se observaba desde la cubierta, al ver pasar por ambas orillas, castillos, viñedos, y pintorescos pueblos, se me hace imposible describirla por mi impericia literaria, pero al escuchar los primeros compases de la 9ª Sinfonía, desapareció toda la belleza exterior por arte de magia, y me sumergí en la música durante 65 minutos. Aquel paisaje y aquellas emociones me han inspirado esta composición pictórica que con mucho gusto la he recreado para vosotros.
Como ya sabéis la música regula las hormonas del estrés entre otros beneficios, y tiene poder tranquilizador y relajador. "No puedo escuchar música demasiado a menudo", confesó Lenin después de escuchar una tranquilizadora sonata de Beethoven, "Me hace desear decir cosas amables, estúpidas y dar palmaditas en la cabeza a la gente".
Antes de la 9ª sinfonía (1824), Beethoven había compuesto ya ocho. ¿Qué podría hacer para superar a las anteriores? Su respuesta fue: "añadir la voz humana a los instrumentos musicales de las anteriores"
De esta forma, y solo en el cuarto movimiento, además de introducir por primera vez en esta sinfonía, el instrumento de viento el contrafagot, y los de percusión: bombo, triángulo y platillos, introduce la alianza con la orquesta las voces de solistas y de un coro, que cantan la letra de los versos de la Oda Schiller en un canto a la alegría, a la libertad, y a la hermandad de todas las criaturas:
"Hermanos, seguid vuestro camino alegremente, como un héroe que marcha hacia la victoria"
Concierto en Viena
"La música es una cosa amplia, sin límites, sin fronteras, sin banderas"
León Gleco, músico y compositor argentino
Uno de los destinos principales de crucero, fue precisamente Viena, y como no, para rendir homenaje a los Strauss, fuimos a un concierto en el "Wiener Hofburg", concretamente el 10 de julio de 2008 (dos días antes de mi 71º aniversario, como pasa el tiempo), según reza la entrada que aún guardo de aquel grato recuerdo.
En el concierto tocaron también piezas de Mozart, pero dejo los comentarios de este gran músico para otra entrada de mi blog, hoy he querido ensalzar a los dos músicos que os he expuesto principalmente, uno que nació austriaco y murió como alemán, y el otro que nació alemán y murió como austriaco, que pone en evidencia, una vez más, que la música no conoce fronteras.
Héctor Berlioz, dijo a las personas que están fuera de los hábitos musicales: "A éstas puede decírseles: ¡Qué hermoso sale el sol!, y ellas responderán: ¿Cuál sol?, nosotros no vemos ningún sol. Y efectivamente, no ven ningún sol; unos porque son ciegos, los otros porque están mirando hacia al poniente".
Notas:
1ª El pasado 6 de enero unas hordas de manifestantes, alentados por Trump que alegaba que las elecciones habían sido trucadas, asaltaron el Capitolio de los EEUU bloqueando la ratificación del Biden, Que este episodio les sirva de ejemplo a los países para no involucrarse en otras democracias como la Venezolana, así como también lo hizo, la propia UE. Qué casualidad que ésta última, después de la vista de los acontecimientos ocurridos en el asalto con víctimas del Capitolio dejó de reconocer a Juan Guaidó al líder opositor como presidente interino de Venezuela. Y es que el nivel de la democracia desgraciadamente la ponen los ciudadanos de cada país y el resto de países pueden opinar, sugerir, etcétera, pero no involucrarse en la política interna. Deben tomar como ejemplo el versículo bíblico de San Mateo (7:3), que dice:
¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano, y no adviertes la viga en el tuyo?
2ª El pasado viernes día 15 asistí al sepelio de mi amiga María Angels, a la que le agradezco que me hiciera de cicerone en mi vista a Coulliure, para visitar la tumba de Antonio Machado, al antiguo campo de refugiados de Rivesaltes, al memorial de mi admirado Walter Benjamín, y que me enriqueció con su amistad por sus inquietudes políticas y sociales. Mi admiración por ella la constaté en una entrada en este blog: SAN FRANCISCO DE ASIS, en el apartado "La historia de un exilio" editado el pasado: 14-10-2019.
Su recuerdo permanecerá en mí, mientras tenga memoria. Mis condolencias a mi amigo Julián y a sus hijos, y que acertaron en arropar la despedida con la Oda a la Alegría con música de Beethoven.
Molt interessant i amè de llegir. Segur que el creuer pel Danubi, que sintetitza el teu dibuix, va ser una experiència inoblidable. Una abraçada.
ResponderEliminarMoltes gràcies Francesc, sempre tan emotiu, explícit i concís amb els teus relats. Àngels, sempre et tindrem dins dels nostres cors i ben present als nostres cants.
ResponderEliminarGràcies pels vostres amables comentaris, però el mèrit és vostre, quan escric sobre música, penso amb la coral i amb tots vosaltres
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