lunes, 3 de octubre de 2022

LAS PALANCAS

 

A   estas alturas  de  mi  vida, prefiero  reflexionar  sobre  lo  que deparará  el  futuro  a  la humanidad: ¿Qué pasará con la escasez de la comida?, ¿Qué pasará con la escasez del agua? ¿Qué pasará con el cambio climático?, que  para mí es mucho más fácil que predecir mi incierto porvenir post mortem,  porque no tengo argumentos fidedignos,  en cambio por el contrario, si puedo opinar sobre el devenir futuro.

Desde que me inicié en la ciencia física, en el colegio de los padres jesuitas de la calle Caspe, me quedó en mi  memoria el descubrimiento de la palanca de Arquímedes (Siracusa/Sicilia, 287 a. C.) y que se jactaba por ello, diciendo:"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", es decir, que con una palanca que tenga el punto de apoyo próximo al peso a levantar,  el esfuerzo que  hemos de hacer en el otro lado,  es mucho menor que querer levantar el peso a pulso.


 

Ahora, con los años a cuestas que llevo encima, por lo que me hace acreedor de cierta experiencia,  he descubierto otras "palancas" tan o más importantes que la del físico de Siracusa.

 

La palanca agrícola

"Sin importar  que tan urbana sea nuestra vida, nuestros cuerpos viven de la agricultura, nosotros venimos de la Tierra y retornaremos a ella, y es así que existimos en la agricultura tanto como  existimos en nuestra propia carne".

Wendell Berry (Escritor y granjero estadounidense, 1934)

La invención más importante de la agricultura fue  el arado con cuña, que es una palanca que levantaba la tierra por ambos lados de la mencionada cuña,  y que lo inventaron  los agricultores del Oriente Medio miles de años antes que  Arquímedes,  y solían  afirmar: "Dadme un arado y alimentaré la Tierra".

 

El siguiente paso fue la domesticación de los animales para el tiro del arado, y en este momento aún no se había inventado la rueda (3000 a. C.)

Recuerdo que en mi juventud,  que pasaba los veranos en La Roca del Vallés, una tarde me fui a dar un paseo en bicicleta por el campo con la intención de llegar a una fuente, y de pronto vi un artefacto gigantesco arando sobre un campo, una visión parecida al cowboy de antaño  cuando debió ver el primer automóvil.

 

El tractor era  parecido al de la imagen que adjunto, con la salvedad que aquel llevaba una herramienta capaz de arar diez surcos en cada pasada.

El conductor, abrió una ventanilla  y me invitó a subir, era el alcalde del pueblo y uno de los mayores terratenientes  de aquél lugar. Una vez dentro del tractor, quedé sorprendido del confort del mismo, trabajaba  oyendo música clásica, dentro de  un clima de aire  acondicionado  muy potente por aquella época. Toda esta explicación,  es para  deciros que  yo ya en aquella edad, deduje  que el hombre a través de sus inventos nunca tendría escasez de alimentos.

Hoy día,  guste o no nos guste, en otras vertientes además de la agrícola,  existen  las macro granjas, piscifactorías, etcétera, donde  utilizan la ancestral ley de la palanca, que con poco esfuerzo se obtiene un máximo de beneficio, por todo ello, repito,  a la humanidad nunca le faltará el alimento.

  

La palanca hidráulica

"La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar".

Karen Christence (Escritora danesa, 1885-1962, autora de Memorias de África)

Después de aquella experiencia que constataba el avance del arado agrícola, seguí mi camino hasta llegar a  la fuente. Recuerdo que el  agua salía de un caño helada,  la razón era por su definición, quizás equivocadamente, era "agua de mina".  Ahora si volviera a la fuente seguramente  debe de estar seca, como otras fuentes que hemos bebido en nuestra juventud, y en otras,  las autoridades locales les han puesto un letrero que reza: AGUA NO POTABLE.

A pesar que las dos terceras partes de la superficie de la Tierra  están cubiertas de agua líquida, nuestro planeta azul, adolece de escasez de agua para las poblaciones agudizándose en el transcurso de los años de su historia, por el aumento de la población, la higiene, los regadíos, y el cambio climático.

Según la UNESCO, un 97,5 % del agua de la Tierra es salada, y por lo tanto, no apta para el consumo humano o agrícola. El 2,5 que representa el agua dulce, sólo el 0,26% es la que está en los ríos y lagos, fácilmente accesible para el consumo humano, el resto está en los glaciares, en  la nieve o en el subsuelo.

De todo este planteamiento es obvio que necesitemos una palanca hidráulica que convierta el agua del mar en agua potable a través de un  punto de apoyo de las  instalaciones desalinizadoras.

 

Afortunadamente en Catalunya hay dos plantas desalinizadoras, una está en Blanes y la otra en la desembocadura del Llobregat. Esta última es la desalinizadora más grande de Europa y toma el agua de mar a 2.2 km de la costa, la desaliniza y la mineraliza, y su rendimiento es del 45% es decir de 100 litros de agua de mar, los convierte en 45 de agua potable, de esta forma podemos afirmar sin lugar dudas, emulando a nuestros antepasados: "Dadme desalinizadoras y calmaré la sed de Mundo".

 

La palanca del cambio climático

"EL cielo azul es el techo del mundo"

La luz solar atraviesa la atmosfera,  y alcanza la superficie de la Tierra donde es absorbida,  y de esta forma se calienta. Pero de hecho no se tendría que calentar demasiado ya que por la noche, el calor de  la Tierra se irradia al espacio en forma de de radiaciones infrarrojas enfriándose. Sin embargo, la atmósfera no es tan transparente a la radiación infrarroja, ya que el dióxido de carbono (CO2),  es opaco a la radiación. Por lo tanto por la noche pierde menos calor  del que perdería si el dióxido de carbono no se hallara presente en la atmósfera, esto es el llamado "efecto de invernadero", llamado así porque el cristal de un invernadero deja pasar la luz solar, pero impide la pérdida de calor.

Con el aumento progresivo del dióxido de carbono hace que la Tierra se vaya calentando cada vez más trayendo consigo consecuencias catastróficas para el futuro. Por ejemplo, en 1958, cuando se midió por primera vez el dióxido de carbono en la atmósfera era solo el 0,0316 por ciento, ahora ya hemos llegado al 0,0400, que representa un aumento  del 26,58 %.

Este verano todos nosotros hemos padecido un calor espantoso, y lo peor está por venir, dicen los expertos que en pocas décadas España alcanzará los 50 grados en esta estación.

Desgraciadamente los estados están más dispuestos a gastar el dinero para ser competitivos en armamento militar, que gastar en medidas para paliar los impactos medioambientales que salvarían el futuro de la humanidad.

Hay varias medidas para paliar el "efecto invernadero",  la que más  me ha sorprendido  es el lanzamiento al espacio de partículas reflectantes para que llegara menos luz  solar a la Tierra, y el mejor material estudiado es el diamante. Lo malo es que el cielo se tornará blanco, el azul desaparecerá, como tantas cosas que hemos perdido, por el imparable progreso. No obstante, seguro que cuando esto pase, habrán viajes a la  estratosfera para poder ver el azul del cielo.

 

La palanca atómica

"El fin no justifica los medios"

Recuerdo que en mis primeros años de mi infancia, antes de veranear en La Roca del Vallés,  veraneábamos en Monsolís, un paraje a las afueras de Montgat, donde el marqués que dio el nombre a la zona y a la  calle en donde veraneamos,   tenía  su mansión  en la parte alta de una loma.  Nuestra calle era paralela a la carretera nacional, entre  Montgat y Masnou, (hoy todavía existe) y que con solo traspasar la carretera,  teníamos un recién estrenado  apeadero de tren,  con el nombre de Monsolís (hoy no existe), en donde mi padre, y los padres de mis amigos,  llegaban al atardecer de sus respectivos trabajos en Barcelona.

                                        

                           Monsolís visto desde el mar, a la izquierda sobre la loma la mansión del Marqués


El 15 de agosto de 1945 (yo tenía 8 años) nuestros padres se apearon del tren contentos, vociferando que la segunda guerra mundial había terminado en el pacífico con la rendición del Japón. Años después,  supe que los americanos habían tirado previamente sendas bombas atómicas,  bajo el beneplácito del presidente Truman,  en Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto),  causando la muerte a unas 120.000 personas y unas 130.000 heridas, sin contar con las lesiones posteriores por la radiación que padeció la población.

Desgraciadamente las bombas nucleares de hoy día son 3.000 veces más potentes que las que lanzaron  sobre Hiroshima y Nagasaki.

 Afortunadamente, hasta la fecha, no ha habido otro ataque nuclear en la historia bélica, no obstante, en la nueva guerra fría entre los E.E.U.U. y Rusia, los dos con sus respectivos aliados,  poseen un arsenal nuclear capaz de aniquilar  a toda la humanidad.

 

La palanca de las palancas

Yo que soy optimista, estoy completamente seguro, que si ocurriese el fatal desenlace que he apuntado anteriormente, la vida volvería al planeta azul: se volvería a inventar el arado con cuña, la rueda, la palanca, la bomba atómica, el cielo pasaría de azul a blanco, y la historia se repetiría, a no ser que el hombre aceptase aquel mandamiento que nos enseñaron cuando éramos niños: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

 

Notas:

1ª Después de 60  años en el 2009, decidí pasearme por "La Calle del Marqués de Monsolís", donde jugué en los veranos de mi infancia,  y así lo hice en compañía de mi hermano José Mª (e.p.d.) y dos amigos de aquella lejana época. Paseamos por la calle y nos paramos en las respectivas casas en donde  vivimos en aquellos años.

Al final de la calle contactamos con un amigo que reside en ésta  seis meses al año, y de aquel reencuentro formamos un grupo, que nos vemos un par de veces al año.

 


                                   Aquel día, comiendo en el Restaurante Fonda Marina, cercano a nuestra calle

Después del paseo por la calle  de mi infancia, me invadió un sentimiento profundo de nostalgia,  por el lugar y  por aquellos  felices veranos de mi niñez.

2ª Sería injusto que no citara el grupo de amigos de mi adolescencia de La Roca del Vallés, que nos vemos también en varias comidas durante el  año, y nos comunicamos diariamente en un grupo de WhatsApp.

3ª El Arte es cultura,  y una vez más así lo demuestra un escultor japonés, con  una curiosa escultura en donde en un columpio (palanca) una niña con libros pesa más que un corpulento  niño con un móvil…


No tengo la menor duda que la motivación de un conflicto bélico en el siglo XXI es falta de cultura o de un problema mental.

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