A estas alturas de mi vida, prefiero reflexionar sobre lo que deparará el futuro a la humanidad: ¿Qué pasará con la escasez de la comida?, ¿Qué pasará con la escasez del agua? ¿Qué pasará con el cambio climático?, que para mí es mucho más fácil que predecir mi incierto porvenir post mortem, porque no tengo argumentos fidedignos, en cambio por el contrario, si puedo opinar sobre el devenir futuro.
Desde que me inicié en la ciencia
física, en el colegio de los padres jesuitas de la calle Caspe, me quedó en
mi memoria el descubrimiento de la
palanca de Arquímedes (Siracusa/Sicilia, 287 a. C.) y que se jactaba por ello,
diciendo:"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", es
decir, que con una palanca que tenga el punto de apoyo próximo al peso a
levantar, el esfuerzo que hemos de hacer en el otro lado, es mucho menor que querer levantar el peso a
pulso.
Ahora, con los años a cuestas que
llevo encima, por lo que me hace acreedor de cierta experiencia, he descubierto otras "palancas" tan
o más importantes que la del físico de Siracusa.
La palanca agrícola
"Sin importar que tan urbana sea nuestra vida, nuestros
cuerpos viven de la agricultura, nosotros venimos de la Tierra y retornaremos a
ella, y es así que existimos en la agricultura tanto como existimos en nuestra propia carne".
Wendell
Berry (Escritor y granjero estadounidense, 1934)
La invención más importante de la
agricultura fue el arado con cuña, que es
una palanca que levantaba la tierra por ambos lados de la mencionada cuña, y que lo inventaron los agricultores del Oriente Medio miles de
años antes que Arquímedes, y solían
afirmar: "Dadme un arado y alimentaré la Tierra".
El siguiente paso fue la domesticación
de los animales para el tiro del arado, y en este momento aún no se había
inventado la rueda (3000 a. C.)
Recuerdo que en mi juventud, que pasaba los veranos en La Roca del Vallés,
una tarde me fui a dar un paseo en bicicleta por el campo con la intención de llegar
a una fuente, y de pronto vi un artefacto gigantesco arando sobre un campo, una
visión parecida al cowboy de antaño cuando
debió ver el primer automóvil.
El tractor era parecido al de la imagen que adjunto, con la
salvedad que aquel llevaba una herramienta capaz de arar diez surcos en cada
pasada.
El conductor, abrió una
ventanilla y me invitó a subir, era el
alcalde del pueblo y uno de los mayores terratenientes de aquél lugar. Una vez dentro del tractor,
quedé sorprendido del confort del mismo, trabajaba oyendo música clásica, dentro de un clima de aire acondicionado
muy potente por aquella época. Toda esta explicación, es para deciros que yo ya en aquella edad, deduje que el hombre a través de sus inventos nunca
tendría escasez de alimentos.
Hoy día, guste o no nos guste, en otras vertientes
además de la agrícola, existen las macro granjas, piscifactorías, etcétera,
donde utilizan la ancestral ley de la
palanca, que con poco esfuerzo se obtiene un máximo de beneficio, por todo
ello, repito, a la humanidad nunca le
faltará el alimento.
La palanca
hidráulica
"La cura para todo
es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar".
Karen
Christence (Escritora danesa, 1885-1962, autora de Memorias de África)
Después de aquella experiencia que
constataba el avance del arado agrícola, seguí mi camino hasta llegar a la fuente. Recuerdo que el agua salía de un caño helada, la razón era por su definición, quizás equivocadamente,
era "agua de mina". Ahora si
volviera a la fuente seguramente debe de
estar seca, como otras fuentes que hemos bebido en nuestra juventud, y en otras, las autoridades locales les han puesto un
letrero que reza: AGUA NO POTABLE.
A pesar que las dos terceras partes de
la superficie de la Tierra están
cubiertas de agua líquida, nuestro planeta azul, adolece de escasez de agua
para las poblaciones agudizándose en el transcurso de los años de su historia,
por el aumento de la población, la higiene, los regadíos, y el cambio
climático.
Según la UNESCO, un 97,5 % del agua de
la Tierra es salada, y por lo tanto, no apta para el consumo humano o agrícola.
El 2,5 que representa el agua dulce, sólo el 0,26% es la que está en los ríos y
lagos, fácilmente accesible para el consumo humano, el resto está en los glaciares,
en la nieve o en el subsuelo.
De todo este planteamiento es obvio
que necesitemos una palanca hidráulica que convierta el agua del mar en agua
potable a través de un punto de apoyo de
las instalaciones desalinizadoras.
Afortunadamente en Catalunya hay dos
plantas desalinizadoras, una está en Blanes y la otra en la desembocadura del
Llobregat. Esta última es la desalinizadora más grande de Europa y toma el agua
de mar a 2.2 km de la costa, la desaliniza y la mineraliza, y su rendimiento es
del 45% es decir de 100 litros de agua de mar, los convierte en 45 de agua
potable, de esta forma podemos afirmar sin lugar dudas, emulando a nuestros
antepasados: "Dadme desalinizadoras
y calmaré la sed de Mundo".
La palanca
del cambio climático
"EL cielo azul es el
techo del mundo"
La luz solar atraviesa la
atmosfera, y alcanza la superficie de la
Tierra donde es absorbida, y de esta
forma se calienta. Pero de hecho no se tendría que calentar demasiado ya que
por la noche, el calor de la Tierra se
irradia al espacio en forma de de radiaciones infrarrojas enfriándose. Sin
embargo, la atmósfera no es tan transparente a la radiación infrarroja, ya que
el dióxido de carbono (CO2), es opaco a
la radiación. Por lo tanto por la noche pierde menos calor del que perdería si el dióxido de carbono no
se hallara presente en la atmósfera, esto es el llamado "efecto de invernadero", llamado así porque el cristal de
un invernadero deja pasar la luz solar, pero impide la pérdida de calor.
Con el aumento progresivo
del dióxido de carbono hace que la Tierra se vaya calentando cada vez más
trayendo consigo consecuencias catastróficas para el futuro. Por ejemplo, en
1958, cuando se midió por primera vez el dióxido de carbono en la atmósfera era
solo el 0,0316 por ciento, ahora ya hemos llegado al 0,0400, que representa un
aumento del 26,58 %.
Este verano todos nosotros hemos
padecido un calor espantoso, y lo peor está por venir, dicen los expertos que
en pocas décadas España alcanzará los 50 grados en esta estación.
Desgraciadamente
los estados están más dispuestos a gastar el dinero para ser competitivos en
armamento militar, que gastar en medidas para paliar los impactos
medioambientales que salvarían el futuro de la humanidad.
Hay varias medidas para paliar el
"efecto invernadero", la que
más me ha sorprendido es el lanzamiento al espacio de partículas
reflectantes para que llegara menos luz
solar a la Tierra, y el mejor material estudiado es el diamante. Lo malo
es que el cielo se tornará blanco, el azul desaparecerá, como tantas cosas que
hemos perdido, por el imparable progreso. No obstante, seguro que cuando esto
pase, habrán viajes a la estratosfera
para poder ver el azul del cielo.
La palanca
atómica
"El
fin no justifica los medios"
Recuerdo que en mis primeros años de
mi infancia, antes de veranear en La Roca del Vallés, veraneábamos en Monsolís, un paraje a las
afueras de Montgat, donde el marqués que dio el nombre a la zona y a la calle en donde veraneamos, tenía
su mansión en la parte alta de
una loma. Nuestra calle era paralela a
la carretera nacional, entre Montgat y
Masnou, (hoy todavía existe) y que con solo traspasar la carretera, teníamos un recién estrenado apeadero de tren, con el nombre de Monsolís (hoy no existe), en
donde mi padre, y los padres de mis amigos,
llegaban al atardecer de sus respectivos trabajos en Barcelona.
El 15 de agosto de 1945 (yo tenía 8
años) nuestros padres se apearon del tren contentos, vociferando que la segunda
guerra mundial había terminado en el pacífico con la rendición del Japón. Años
después, supe que los americanos habían
tirado previamente sendas bombas atómicas,
bajo el beneplácito del presidente Truman, en Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de
agosto), causando la muerte a unas
120.000 personas y unas 130.000 heridas, sin contar con las lesiones
posteriores por la radiación que padeció la población.
Desgraciadamente las bombas nucleares
de hoy día son 3.000 veces más potentes que las que lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki.
Afortunadamente, hasta la fecha, no ha habido
otro ataque nuclear en la historia bélica, no obstante, en la nueva guerra fría
entre los E.E.U.U. y Rusia, los dos con sus respectivos aliados, poseen
un arsenal nuclear capaz de aniquilar a
toda la humanidad.
La palanca de
las palancas
Yo que soy optimista, estoy
completamente seguro, que si ocurriese el fatal desenlace que he apuntado
anteriormente, la vida volvería al planeta azul: se volvería a inventar el
arado con cuña, la rueda, la palanca, la bomba atómica, el cielo pasaría de
azul a blanco, y la historia se repetiría, a no ser que el hombre aceptase
aquel mandamiento que nos enseñaron cuando éramos niños: "Amarás a tu prójimo como a
ti mismo".
Notas:
1ª
Después de 60 años en el 2009, decidí
pasearme por "La Calle del Marqués de Monsolís", donde jugué en los
veranos de mi infancia, y así lo hice en
compañía de mi hermano José Mª (e.p.d.) y dos amigos de aquella lejana época. Paseamos
por la calle y nos paramos en las respectivas casas en donde vivimos en aquellos años.
Al
final de la calle contactamos con un amigo que reside en ésta seis meses al año, y de aquel reencuentro formamos
un grupo, que nos vemos un par de veces al año.
Después
del paseo por la calle de mi infancia,
me invadió un sentimiento profundo de nostalgia, por el lugar y por aquellos
felices veranos de mi niñez.
2ª
Sería injusto que no citara el grupo de amigos de mi adolescencia de La Roca
del Vallés, que nos vemos también en varias comidas durante el año, y nos comunicamos diariamente en un
grupo de WhatsApp.
3ª El Arte es cultura, y una vez más así lo demuestra un escultor japonés, con una curiosa escultura en donde en un columpio (palanca) una niña con libros pesa más que un corpulento niño con un móvil…
No
tengo la menor duda que la motivación de un conflicto bélico en el siglo XXI es
falta de cultura o de un problema mental.
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