Dedicado a mi amiga Ángels A. titulada en Bellas Artes
Estamos
de vacaciones, por lo que deseo olvidarme por un momento de la “fea”
política, y me pongo a pensar en
la belleza. Si tuviera que definir donde he estado rodeado de más belleza, no me refiero a la belleza de la naturaleza
que lo dejo para el final de este artículo, os diría sin lugar a dudas que en
la ciudad de Florencia.
En
1876, el psicólogo alemán Gustav Theodor Fechner (1801-1887) hizo un estudio sobre
un grupo de personas que carecían de experiencia artística, El test consistía
que eligieran entre un número considerable de rectángulos el que le gustase más, y el resultado fue que
la mayoría escogieron el rectángulo áureo.
El rectángulo áureo o la
divina proporción
Si dividimos el ancho
entre el alto de una tarjeta de crédito, carnet de identidad o el de conducir,
obtendremos el número áureo, 1,618, una singularidad que fue descubierta hace
más de veinticuatro siglos. Su
expresión matemática se encuentra por primera vez en un escrito de Euclides de Alejandría (325-265 a.C.):
(1 +
La divina proporción
Esta
divina proporción no sólo se encuentra en las obras de arquitectura y de arte,
sino también en la naturaleza, como en la disposición de las semillas de la flor de girasol, la elegante espiral de las conchas
de algunos moluscos, los brazos de las galaxia que nos acoge, la Via Láctea,
así como las pautas de la armonía que se esconde en los grandes artistas y
arquitectos, desde Vitrubio a Le Corbussier y desde Leonardo Da Vinci a
Salvador Dali, para citar algunos nombres.
Así
Vitrubio el arquitecto romano que vivió en el siglo primero a.C., no solo en su
tratado recomendó para la belleza de la arquitectura “la divina proporción”,
sino también describió las proporciones ideales del cuerpo humano, así para la
altura total “del hombre ideal “ era:
1,618 x altura ombligo (distancia del
suelo al ombligo)
A
pesar de que no cumplo con el canon de
Vitrubio sigo escribiendo. En el renacimiento Leonardo en 1486 dibujó “el hombre
ideal” o “el hombre de Vitrubio” mostrando las proporciones ideales del cuerpo
humano representando a un hombre insertado dentro de un círculo y de un
cuadrado, donde el lado del cuadrado y el radio del círculo guardan la divina
proporción.
La divina proporción en
el arte
Hay innumerables ejemplos, pero como
he citado a mi pintor preferido Salvador Dalí, ya que en sus obras estan
impregnadas además de surrealismo, del número áureo, del psicoanálisis de Freud,
del ADN de Watson y Crick, de la mecánica cuántica, de la incertidumbre de Heisenberg, y de todas
sus obras os adjunto una que de forma muy simple queda patente “la proporción
áurea o la divina proporción”, se titula: “Semitaza gigante volante, con anexo inexplicable de
cinco metros de longitud” (como véis los títulos de Dalí son los más largos de
la historia del arte).
Ese “anexo inexplicable” del título del cuadro y que sale del asa de la
taza, obligando a prolongar el dibujo hacia arriba, es en realidad totalmente
explicable, : las dimensiones del cuadro son de 50 × 31 centímetros, y están en la proporción áurea, siendo tal
anexo el elemento que justifica dichas dimensiones. Desgraciadamente la obra es
de una colección particular.
La belleza en la naturaleza
Hay
tantas cosas bellas en la naturaleza que hoy por mi proximidad al mar voy a tomar
a éste como un ejemplo de belleza, sobre
todo cuando está en calma. El mar de mi cala Sa Tuna, o concretamente el de Dalí de “Portlligat” en Cadaqués. El mar además, me
ha inspirado este cuento:
“En
la playa un niño está esperando que regrese una barca de pesca cuyo patrón es su
padre.
La
barca toma tierra y el pescador corre hacia su hijo y lleno de alegría lo
abraza y lo besa.
-Papá
yo cuando sea mayor quiero ser como tu, pescador.
-Nada
de pescador, tu no sabes lo peligroso que es el mar cuando se enfurece, tu
tienes que ser ingeniero.
-
Yo quiero ser pescador como tu papá.
El
padre alzó a su hijo y lo encaró hacia el mar: - Mira a tu querido mar, no
sabes lo peligroso que puede ser, nada de pescador, tu ingeniero. Y lo depositó
sobre la arena a la vez que le propinó una bofetada, diciéndole: - y esto para
que te acuerdes.
Han
pasado unos años, y aquel niño es hoy en
día ingeniero en una central de energía undimotriz, que aprovecha el movimiento
de las olas del mar para generar electricidad.”
No
se donde está la divina proporción en el mar, no se como la representaría Vitrubio o Leonardo, yo por mi parte la
represento como si fuera una “cenefa griega”. Si fuera un test del psicólogo
alemán del Gustav Theodor Fechner cual de ellas elegirías-
Notas:
1ª Haciendo
énfasis en la longitud de los títulos de las obras de Dalí, os citaré dos de
ellas de titulo largo y que además al
contrario del título del que he hecho gala en el escrito, indica la solución
del efecto óptico que se produce al mirar el cuadro:
. "Mercado de esclavos (con aparición del busto
invisible de Voltaire) y está expuesta en el Museo Dalí de San Petersburgo en
Florida", y
"Gala desnuda mirando el mar Mediterráneo
que desde una distancia de 20 metros se transforma en el retrato de Abraham Lincoln”, expuesto
en el Teatro-Museo de Dalí en Figueres. Este cuadro es el único que lo he visto
realmente.
2ª Los dioses del Olimpo que eran tremendamente sabios, concibieron al bello Apolo con su figura y rostro con las “proporciones divinas, pero además lo invistieron con dos facultades curativas muy apreciada para los mortales, la música y la medicina.