lunes, 27 de junio de 2016

EL DÍA DESPUÉS



La política en la familia, antes del "día después"

Cuando hablamos de política en mi familia, no todos coincidimos. Creo que cada uno de nosotros  piensa que su punto de vista es mejor que el de su interlocutor. En ocasiones, nos dedicamos a elevar el tono de voz, como si el tono favoreciera el "tener razón". Las discusiones políticas nos hacen ser intransigentes y nos hacen perder la perspectiva, ya que la razón es subjetiva, es decir, que hay muchas maneras de ver la realidad. Ya lo dijo el filósofo Immanuel Kant:
"No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros"

Es decir, si llevamos esta sentencia en el contexto político, cada uno de nosotros lo vemos del  color del partido que somos: de izquierdas, o de derechas, y no cito  el centro porque no hay ningún partido que lo represente, es decir, ha desaparecido.

En mis intervenciones en formación en las empresas que he asesorado, y concretamente  a  los  "equipos de dirección", cuando tocaba el tema  sobre la razón en una negociación, les explicaba el cuento de "La razón o la locura", que dice así:

En el centro de un territorio había un pozo que daba agua a todos los ciudadanos, que estaban gobernados por un poderoso rey.

Una noche mientras todos dormían, una bruja enemistada con el rey envenenó el agua del pozo, bajo el sortilegio: "Todo aquel que beba de esta agua se volverá loco".

Al día siguiente, todos los habitantes de aquel reino, excepto el rey, habían bebido de aquella agua y perdieron la razón.

Los ciudadanos observaron que el rey se comportaba diferente que ellos y empezaron a decir: "No podemos tolerar que nos gobierne un loco".

Esa misma noche, el rey bebió del agua del pozo. 

Este cuento se acaba, porque los ciudadanos organizaron fiestas para celebrar que el rey hubiese recuperado la razón.

El inicio  del "día después"

Recuerdo que  el 15 de junio de 1977, fui a votar con ilusión porque eran  las  primeras elecciones democráticas después de la dictadura,  Os recuerdo el resultado:

Centro: UCD = 165 diputados
Izquierda: PSOE+PCE = 118 + 20 = 139 diputados
Derecha: AP = 16 diputados
Nacionalistas: Pacte Democràtic per Catalunya + P. Nacionalista Vasco = 11 + 8 = 21
Resto: 10
Participación = 78,83 %


La música institucional que nos invitaba a participar desde los 21 años (ahora es a los 18 años), fue la canción  "Habla pueblo, habla" que sonaba en cada bloque de anuncios, en la única cadena de televisión que había (fue 1990 la aparición de otras cadenas), y que algunos de sus  estribillos decían:

Habla pueblo, habla
este es el momento.
No escuches a quien diga
que guardes silencio.

Habla pueblo, habla
tuyo es el mañana.
Habla y no permitas
que roben tu palabra.

Habla pueblo, habla
habla sin temor.
No dejes que nadie
apague tu voz.

Desde entonces, "ha llovido mucho" (39 años), como se dice en términos coloquiales, y con ello el centro ha desaparecido y los electores actuales nos hemos bipolarizado: o somos de derechas (PP ,  Ciudadanos..) o de Izquierdas (PSOE , Podemos, Izquierda Unida..).


La realidad del  "día después"

La experiencia nos indica que en el "día después" todos los partidos  dicen que han ganado, pero  la realidad de este 27 de junio,  demuestra que de los cuatro grandes partidos ha ganado la derecha  con 169 diputados contra 156 diputados  de la izquierda:
DERECHA:    PP + Ciudadanos = 137 + 32 = 169 diputados
IZQUIERDA: PSOE + Unidos Podemos = 85 + 71 = 156 diputados
Nacionalistas· ERC   +   CDC  +  PNV = 22 diputados
Otros: 3
Participación: 68,84 %, mucho más baja que  la anterior del 20-D que fue de 73,21 % ¿será por qué los ciudadanos estamos hasta el gorro de nuestros políticos?


La reforma de la Constitución para el "día después"

El primer deber de todo gobierno es hacer felices a sus ciudadanos. Esto, es lo que he repetido hasta la saciedad en muchas de mis entradas en este  blog. Es un deber recogido en las principales constituciones del mundo moderno y en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, cosa que no aparece en nuestra vigente constitución del 1978. Los ciudadanos españoles somos infelices por la desigualdad existente en todos los conceptos, injusticias (desahucios generalizados, cortes de luz indiscriminados, parados sin ningún ingreso del estado),  impuestos confiscatorios, abusos de poder, corrupción a gran escala, etcétera.

En la nuestra primera Constitución de Cádiz de 1812, en su artículo 13, proclamaba el derecho de los ciudadanos a ser felices: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen". 

Este es un punto  a incluir en la próxima reforma de la Constitución, así como la preservación de toda corrupción, y no pido la pena de  muerte para los corruptos  como en algunas constituciones existentes, si no penas coherentes y que no prescriban.
Todo lo demás que quieran reformar es para mí, superficial.

 

Los pactos del "día después"

Ahora, toca  esperar  a los pactos,  y lo más importante, para ser felices, será aceptar el resultado. Luego, que reformen nuestra impresentable Constitución con la inclusión  del  artículo que he mencionado antes: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen", como ya estaba en la Constitución anterior,  para que con su cumplimiento continuemos siendo felices.


Notas:

1. En las elecciones de 1977,  Catalunya se presentó como "Pacte Democràtic per Catalunya" una coalición de tres partidos:
Esquerra Democrática de C., Convergencia  Democrática de C. y el Partido Socialista de C  Que lástima que en esta última convocatoria de elecciones  no hayan ido juntos estos tres partidos como en aquel día.


 2. Y si queréis saber los  líderes de aquella coalición se ponen en evidencia en el cartel  que expongo a continuación

3. El Reino Unido,  a través de un referéndum celebrado el pasado día 23 ha decidido salir de  la Unión Europea. Creo que  siendo tan diferentes a nosotros e insolidarios, y con una colonia en un trozo de España,  les digo con toda mi alma: ¡goodbye!


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