lunes, 1 de mayo de 2017


LA FIESTA DEL TRABAJO Y MI VISITA A PRAGA

"Los hombres están atados entre sí por cuerdas, y la cosa ya anda mal cuando las cuerdas se aflojan en torno a alguien  y cae al vacío más abajo que los otros, pero cuando las cuerdas se rompen y cae del todo, es horrible. Por esto debemos sostenernos los unos a los otros."

Franz Kafka (1883-1924, escritor nacido en la actual Praga)

Hoy celebramos la "Fiesta del Trabajo", que se estableció en memoria de la lucha de unos trabajadores en la ciudad de Chicago tras una huelga en  el 1º de mayo de 1886 y que alcanzó su punto más dramático el 4 de mayo con lo que se conoce con "La revuelta de Haymarket".

La revuelta de Haymarket y los mártires de Chicago

 
Todo comenzó el 1 de Mayo de 1886, día en el que se inició una huelga general para imponer  la jornada de ocho horas.  En aquella época Chicago era la segunda ciudad más grande de Estados Unidos y el movimiento obrero se concentró  en esa ciudad. Tras varios días de protesta y de represión policial, los anarquistas locales distribuyeron propaganda llamando a un mitin en Haymarket Square, un importante centro comercial de la ciudad.
Este dibujo de la época, describe  lo que ocurrió,  el discurso de Fielden, la bomba explotando, y el consiguiente  disturbio

El mitin comenzó pacíficamente hasta después del discurso de Samuel Fielden, un anarquista y activista, cuando un desconocido arrojó una bomba de dinamita hacia un grupo de policías.  En el atentado murieron 8 policías y cuatro trabajadores,  además de muchos heridos.
Ocho personas, conectadas al mitin directa o indirectamente, fueron condenadas. a la horca,  y  Fielden,  a cadena perpetua.

A finales de 1886, se logró obtener la jornada de ocho horas en muchos sectores laborales.

Desde aquél día,  al futuro inmediato de "la era de los robots"

Afortunadamente, los hombres se han sostenido los unos a los otros, me refiero a las clases débiles, tal como acaba la cita de Kafka con que he  empezado mi escrito. Por esto,  para que hoy se viva mejor, otros hombres (cuando digo hombres me refiero a los dos sexos) han luchado para reivindicar las mejoras sociales que hoy día tenemos.

 
Hoy, asistimos al  debate sobre el futuro de las pensiones en un momento en el que la natalidad, y la esperanza de vida de las personas hacen peligrar su viabilidad. Sin embargo, vinculamos su sostenibilidad con la pirámide poblacional y la creación de empleo sin tener en cuenta las insospechadas posibilidades y peligros abiertos por la cuarta revolución industrial. El problema no reside ya en que habrá menos trabajadores, sino menos empleo. La digitalización y la robotización no sólo crearán menos puestos de trabajo de los que destruyen, sino que producirán alteraciones profundas en el trabajo, en las costumbres sociales y en nuestra propia visión sobre el mundo.

El miedo a que las máquinas acaben con el trabajo que desempeñan los hombres, y por tanto, con su sustento, es tan antiguo como la propia industria. A principios del siglo XIX, los trabajadores ingleses se organizaron en uno de los primeros movimientos obreros, el LUDISMO,  cuyo principal objetivo era acabar con las máquinas que, pensaban, eran las responsables de los despidos y los bajos salarios. En 1812, un grupo de trabajadores incendió en Nottingham sesenta máquinas de tejer medias, una acción que antecede en décadas a la creación de los sindicatos y las primeras huelgas.

Podríamos pensar que este miedo a la tecnología, o al menos a la idea de que su avance puede suponer un problema para los trabajadores,  y en general, para la sociedad, es cosa del pasado, estaríamos equivocados. El ludismo sigue muy presente, y tiene más argumentos que nunca en nuestra historia económica.
 
 

Reflexiones finales en el día de la fiesta del trabajo
 
Las anteriores revoluciones tecnológicas fueron mucho más lentas, así que la gente tuvo más tiempo para adaptarse y moverse de un a trabajo no cualificado a otro. Los robots y la Inteligencia Artificial amenazan incluso a los trabajos cualificados. Por ejemplo, los taxis y camiones serán conducidos con pilotos automáticos, acabando con los taxistas y camioneros, la ocupación número uno  en los Estados Unidos.

  
Se reducirán las horas de trabajo semanales (el trabajo se repartirá) y se impondrá la Renta Básica Universal.
 
Aunque los robots acaben con algunos trabajos manuales, tendremos  que desarrollar y fabricar los robots y esto creará un enorme nicho laboral de empleos cualificados (ingenieros y programadores) y no cualificados (ensambladores).
 
Hay trabajos que sólo los humanos pueden hacer: todo aquello que requiera creatividad, capacidad de síntesis, innovación, etcétera, y se crearán nuevos trabajos que ahora son difíciles de prever.

 
Notas:

1ª.- La semana pasada  visité Praga y tuve interés de ver la estatua Memorial a Frank Kafka junto a la emblemática Sinagoga Española (1889) en el barrio judío de Josefov.

 

2ª.- Tuve una agradable sorpresa al descubrir una colección de cajas de cerillas de finales del siglo XIX, en una vitrina de la Sinagoga Española, dónde procedía el cromo del collage de Picasso: "Hombre apoyado en una pared" (1899), que lo comenté en  mi entrada del día 03-04-2017.

 
Con el extraño término de “filumenismo”, del griego "filos" (amar) y "lumen" (luz/fuego), se conoce la afición por coleccionar cajas de cerillas

 
3ª.- Cenamos una noche con Axel físico cuántico que trabaja en Praga, que lo he visto crecer, y que como muchos jóvenes españoles se han tenido que ir de España por motivos laborales. Entre otras cosas hablamos de la Inteligencia Artificial y de los robots. Mila, que es psicóloga clínica,  le preocupó de que si los robots llegarán a tener emociones.

 
4º.- La corrupción que tenemos en España, por falta de transparencia en forma generalizada, contrasta con la del cristal de Bohemia que pudimos contemplar en muchas tiendas y en una de sus peculiares fábricas que visitamos.

 
 Nos compramos de recuerdo unos vasos para el gin-tonic con el medio cuerpo inferior de color verde. El color que simboliza la esperanza de un futuro que superaremos.

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